LA CONDUCTA AGRESIVA


La agresividad puede expresarse de muy diversas maneras y no son rasgos estables y constantes de comportamiento, por lo que debemos tener en cuenta la situación estímulo que la provoca. Frecuentemente, la violencia es una forma de comunicación social, en cuanto a que tiene una probabilidad muy alta de amplificar la comunicación, pudiendo servirle al violento, entre otras cosas, para la afirmación y defensa de la propia identidad.

El grito, el golpe, la manifestación agresiva completa está vinculada fisiológicamente a la parte expiatoria de la respiración. Lo que es una contracción corporal se vive como una expansión en el espacio personal. Las manifestaciones de la alegría, como la carcajada o el canto, se manifiestan asimismo en esta dirección, desbloqueadora, liberadora.


La agresividad puede manifestarse con carácter puntual y reactivo a frente a situaciones concretas, de manera más o menos adaptada. Se habla de personalidad antisocial cuando este patrón de conducta tiene una manifestación preferente a lo largo de la vida.
La agresividad se entiende en general como dirigida hacia afuera, hacia el otro. Sin embargo, la persona al agredir puede, directa o indirectamente, hacerse daño a sí misma. Puede también inhibir la agresión o dirigirla a sí misma a través de la conducta suicida o masoquista. El primer tipo mayoritario cuantitativamente representaría formas "heteroagresivas"; el segundo lo constituirían las formas "autoagresivas” (un caso particular de las mismas es el de la persona que al suicidarse quita la vida a algunos de los seres que están bajo su protección).

Los manipuladores son personas inmaduras. No han alcanzado el suficiente desarrollo intelectual como para resolver los problemas de una forma creativa, no son capaces de sentir amor maduro por nada ni nadie, y aunque son muy capaces en reuniones amplias, tienen un importante déficit de la habilidad social básica para desempeñarse por la vida: La asertividad.
Las personas agresivas imponen su punto de vista, sus definición del problema, sus derechos o la satisfacción de sus necesidades, empleando estrategias que generan miedo, culpa o vergüenza. Puede ser de forma "relativamente" sutil a través del enfado, pero también mediante violencia física o verbal. Es una estrategia muy efectiva, pero si es demasiado explícita puede verse seriamente castigada por la sociedad.

La agresividad puede ejercerse de dos formas: Activa o pasiva. La activa es lo que todo el mundo entiende por conducta violenta. Se caracteriza por una actitud de pisoteo constante y sin escrúpulos hacia los derechos de las otras personas involucradas en el problema. Aquí el fin justifica los medios y se puede recurrir a instrumentos como el bate de béisbol, pero también a veces puede hacerse solapadamente "con una sonrisa en los labios" como sucede en las relaciones empresariales. Si no hay violencia física, es bien tolerada por el medio social.


La agresividad pasiva es mucho más difícil de detectar. Tradicionalmente se consideró que se producía en forma de sabotaje. Los trabajadores pasivo-agresivos eran aquellos que ponían todo tipo de trabas a las actividades de la empresa. Hay otra concepción, y es la secuencial: Personas que se comportan primero pasivamente, aparentando renunciar a sus derechos, y que cuando ven que el resultado no les es favorable se comportan de forma agresiva. Emplean, por tanto, primeramente la estrategia de "pasar", y posteriormente amenazan o critican.

No hay comentarios:

Publicar un comentario