LA HUELLA INVISIBLE DEL MALTRATO PSICOLÓGICO

Representa al maltratador más violento y desconocido por su exhibición de encanto superficial y locuacidad que caracteriza a la mayoría de los sujetos diagnosticados con el trastorno de la psicopatía.

El maltratador psicológico puede ser un hombre o mujer que comparte las siguientes características:
  • Son personas controladoras y con un bajo nivel de autoestima que quieren aumentar a medida que bajan la de la otra persona a la que agreden.
  • Inseguridad en sí mismo.
  • Baja capacidad para gestionar su propias emociones y de empatía hacia los demás.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Posibles rasgos de personalidad psicopáticos (falta de compasión hacia los otros) y pueden llegar a tener creencias sobrevaloradas.
  • Generalmente son amables y encantadores con la mayoría de las personas con excepción de con su víctima.
  • En algunos casos, ellos mismos han sido víctimas de malos tratos, aunque el hecho de haber sido maltratado no implica (ni justifica) que la persona se convierta matratador.
  • Su comportamiento hacia la víctima se caracteriza por una gran variedad de amenazas (echarle de casa, macharse él/ella, llevarse a los hijos, suicidarse…), usa la ironía para dar lugar a la ambigüedad de sus actos, pone en duda la estabilidad emocional de la víctima, la intimida (malos gestos, gritos), se irrita y tiene cambios bruscos de su estado de ánimo con facilidad y constantemente culpa a la víctima de todo lo que va mal.


El maltrato psicológico tiene su núcleo agresivo porque se introduce en el territorio psíquico del otro.  La psicopatología da cuenta de que la perversión es una defensa frente a la depresión o la psicosis. De todas maneras, eso no lo justifica, porque lo que está en juego es la identidad del otro que puede llegar a la destrucción moral que en no pocos casos termina en depresión, en enfermedades mentales o físicas (alta tensión, úlceras, trastornos del sueño, etcétera) o en suicidio. El otro no es un cómplice “masoquista” simplemente, no puede defenderse, ama, sufre y se cree que es culpable de lo que ocurre. Jamás se le ocurre pensar que el otro pueda ser tan violento ni tan agresivo. Al igual que en el maltrato físico, la otra persona piensa que “ella” lo va a “ayudar” e instala la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario